domingo, 27 de diciembre de 2009

El poeta y sus palabras




Espacio sin márgenes

Ella vuelve malherida
porque se fue
arando el aire
con sus patas rojas
y jamás se detuvo
hasta estrellarse contra el cielo

nunca se supo por qué
se fue
tampoco el itinerario
de su vuelo
sólo se sabía
que quería volar
y salir de las ciudades
donde vivía esperando
un llamado

eso oímos decir
pero no las voces
que ella escuchaba
de noche
cuando mirando el cielo
desde la ventana
tenía visiones

después se sentía pequeña
envuelta por una corriente
que la hacía temblar
qué es esto se preguntaba
aterrada
no es nada no es nada
decía una voz
sólo es tu visión
del espacio sin márgenes.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Primavera del 2009 Tucumán



El poeta Alejandro Gil junto a Juan González

miércoles, 26 de agosto de 2009

Lectura de poemas Centro Cultural Virla UNT 1995





















Diciembre de 1995. Centro Cultural Flavio Eugenio Virla de la Universidad Nacional de Tucumán. Presentación del libro "Poesías de Azulejos" del poeta Alejandro Gil. El poeta Juan González tuvo a su cargo las palabras preliminares, en esos años González era asesor literario de la UNT. La presentación del libro fue hecha con un espectáculo en el que se integró música con poesía. Música: Luis de la Bárcena. Sonido y Programación: Flavio Masucci.

martes, 30 de junio de 2009

De ella se decía

El futuro de la palabra en libertad

Analizaremos en este apartado las alternativas de constitución de la voz lírica en "De ella se decía" : último libro del poeta tucumano, Juan González, publicado en 1993.
Este texto de González adquiere importancia porque, por una parte, pone de manifiesto el carácter intercomunicado de toda su producción y por otra, es articulador de sus relaciones. Mirando al pasado, retoma con otro tono tópicos ya presentes en la trilogía: Pasión de la tribu (1988), Tribulaciones de la lengua (1989) y Cartas de Andrea de Azcuénaga (1991); mirando al futuro, los proyecta trabajando en una línea programático-textual de experimentación vanguardista.
Afirmamos que este texto se configura como un gran poema, una sucesión de instantáneas que se hilvanan en un discurso que las atraviesa y las conecta con otros textos del mismo autor y con textos de la cultura universal.
Todas las obras de González comparten un concepto de escritura que se hace praxis en la textualidad a través de un trabajo de ruptura que provoca extrañamiento al lector.
así las sorpresas lo reenvían permanentemente hacia dos polos:
a) al mismo lenguaje creado en el poema;y
b) a la historia argentina.
Ya hemos analizado en capítulos anteriores cómo Juan González presenta la historia como una construcción poética subjetiva a partir de la cual el lector puede reconstruir experiencialmente algunos hechos históricos-políticos que la cultura oficial ha borrado de su registro. En la propuesta se evidencia la intención de contestar con el descentramiento permanente a una verdad extra-textual, impuesta como única, desde el poder.
Para ello González construye un sujeto lírico que se percibe como un espacio, en permanente corrimiento.
El sujeto no es -aquí- un concepto fijo, definido dentro de límites y fronteras que no cambian, sino un ser que toma su identidad de discursos que se hallan en constante desplazamiento en el texto.
El hablante lírico es caja de resonancia de otras voces que vienen del pasado y hablan por su voz. Los cuerpos mudos de los desaparecidos durante la represión militar buscan decir su verdad a través de la voz del sujeto poético.
En "Cartas de Andrea de Azcuénaga", primero identificamos al sujeto lírico con una dama patricia, casada quizás con un Azcuénaga. Mientras la lectura avanza descubrimos que el apellido no es una marca de individualidad sino un espacio de enunciación del sujeto lírico. Ser trata del Arsenal Miguel de Azcuénaga que funcionó en la ruta 9, en Tucumán (1974-1983) como L.R.D (lugar de retención de detenidos).
En la cultura hegemónica, la historia silenciada ha quedado oprimida por el discurso del poder; y el mecanismo del texto refracta, a través del lenguaje, los mecanismos de la cultura. Tanto en una como en el otro, se pondrán en funcionamiento ciertas reservas inactuales de memoria para que el lector las actualice en un proceso de semiosis infinito.
El analizar de la metáfora del gallo en "Tribulaciones de la lengua" constatamos cómo los campos semánticos que intervienen en su construcción, duplican sus dimensiones en dos niveles interpretativos y de qué modo la combinatoria de los sememas encadena sonidos y significados que en la mente del lector actúan como catalizadores de la memoria.
En la poética de Juan González, los textos se construyen como metáforas de la cultura y confluyen en ellos dos tipos diferentes de auditorio: uno, íntimo, personal, concreto y conocido por el autor, para quién va dirigido el mensaje ; otro que, en virtud de una memoria común puede interpretar parte del mensaje en el lugar en que la sintaxis ordenada revela la presencia de cierto código normador. Pero, quien accede a una información más específica es el destinatario concreto cuya memoria individual conoce perfectamente el destinador. Es aquel que no necesita más que una alusión para actualizar el contenido de su memoria colectiva, el que interpretará con alto grado de competencia las construcciones elípticas y la semántica local que se esparce, fracturando e interrumpiendo, el continuum de los textos oficiales.
La complejidad de enunciadores en "Cartas de Andrea de Azcuénaga" o en "De ella se decía" y la aparición de topónimos regionales en "Tribulaciones de la lengua", apelan a un auditorio íntimo que reconstruye la elipsis del poema y localiza la tortura como un acontecimiento histórico que tuvo lugar en un espacio y tiempo preciso.
Tanto en "Cartas" como en "Tribulaciones, colisionan dos modos discursivos antagónicos: un discurrir consciente que traduce los contenidos de la cultura hegemónica y otro discurrir elíptico y alusivo que se apropia, en ciertos momentos, del primero y que manifiesta su poder en su capacidad para reconstruir, con la colaboración del lector, el sentido de un mensaje fracturado. Para que esto ocurra el sujeto lírico se deja hablar por multiplicidad de voces que lo atraviesan y lo confirman como construcción simbólica. Diferentes voces hablan por su voz.
Hemos visto en "Cartas de Andrea de Azcuénaga", una mujer hablando de sí misma o de los otros en primera persona. Ella, constituida en referente-enigma va revelando una faceta nueva y desconcertante en cada poemario.
Pero, en ciertos momentos y sin señalamiento previo, la primera persona se llena con un nuevo contenido. Un observador, íntimamente consustanciado con el objeto-enigma manifiesta, con un discurso en permanente fuga, que será imposible abarcar el referente. Este, mientras finge mostrarse se escurre de toda definición que pueda abarcarlo en su totalidad. Al mismo tiempo, un complejo sistema de correspondencia nos confirma que, en todos los textos, se habla de un mismo objeto: antes encerrado -Cartas- y ahora, libre -De ella se decía-.

Una humareda blanca sale
de su cabeza
eso sucede desde su nacimiento
escribe y salen de su boca
señales luminosas
y su cuerpo se cubre de mantillos
o valvas que se acumulan
en el granero de su lengua
que hace glub bufff
en su garganta estuosa
cuando da vueltas en la calesa
donde nació
entre plumas paraguayas
o joyas que cubrían su cuerpo desvelado

El objeto-femenino se focaliza desde una tercera persona que observa pero de pronto parece hablar de sí mismo en primera persona.

Aprendo el a b c e dario
deletreo en la imprenta
de gutenberg con el rebuzno
del asno que me lleva en el lomo
de la escritura que saboreo
mientras me abrocho los zapatos.

Sin embargo, en la segunda parte del texto, comprobamos que la acción de abrocharse los zapatos es realizada por el objeto-enigma y no por su observador.

camina entre la niebla
con un bolso
atravesado en la espalda
y va escuchando
el mensaje de las voces
que empiezan a rodearla

de dónde vienen y
en qué lengua hablan
cuando dicen su nombre
saldrán de su boca o dejarán
brotar todos los sonidos
que almacenan los idiomas
acaso escucha eso
o el diálogo de sus dedos
en los zapatos.

Observamos así, cómo dos identidades se deslizan imperceptiblemente por una misma voz. El sujeto lírico es, ora un objeto-enigma que se autodescribe; ora un testigo interlocutor del objeto.
Cuando el observador asume la tercera persona, lo hace para hablar del referente-enigma o de su relación con él. Intenta construirlo a partir de lo que él mismo sabe, de lo que otros dicen o de lo que se oye decir sobre sí mismo. Lo focaliza desde distintas distancias, habla de su pasado, de su presente y futuro y se posiciona así, como un intérprete privilegiado para rectificar las versiones de otros. Estos hablan o dicen del objeto sin conocerlo, él, en cambio, lo muestra desde la intimidad.

de ella se decía (los que no la conocen) que siempre
estaba en las nubes
que no sabía enhebrar
ni siquiera una aguja
pero (yo digo que) sus dedos eran ágiles y
su cuerpo exhalaba
un perfume que impregnaba
las huellas de sus pies

Estas reflexiones construyen en "De ella se decía" no sólo distintos enunciadores que intercambian su puestos imperceptiblemente en el texto, sino también distintos auditorios ante quienes el objeto se manifiesta de diferentes modos.
Los hablantes y los destinatarios se multiplican y la ausencia de conmutadores que anuncian el paso de un nivel discursivo a otro contribuye al borramiento de los espacios de enunciación. Los contenidos de las voces se desplazan, las focalizaciones se descentran y, de este modo, los espacios que se crean se diluyen casi simultáneamente para configurar otros.
En su intento por construir un referente enigmático, el observador-testigo apela a operaciones transtextuales como la cita, que abren la descripción del objeto-enigma a un campo de reflexión sobre la imposibilidad de abarcarlo en su totalidad.

a veces se siente
como debió sentirse la mesa
de disecciones de lautrêamont
el día en que se dio cuenta
que encima de ella
había un paraguas
y una máquina de coser

La paráfrasis de un texto cultural pictórico difumina en este ejémplo, los contornos del objeto que intenta describir.

arre arre dice y tira de la
soga de cuero
ella sabe que la soga es
su piel tan sonido
de campana que sale de sus
orejas cuando tenía siete años
¿eran siete los años de su campa?

Mientras se construye un referente inabarcable, el texto establece conexión con otros textos -vasos- del mismo autor.

no quiere pasar de nuevo
por esa zona
donde sus ojos quedaron sin luz
pero quiere volver a respirar
el olor de las calles
o su casa
donde trama la vida
bajo la luz del limonero
que plantó hace más de treinta
años en la fiesta de los ojos
de ´shuermano´

La elipsis se llena a partir del conocimiento obtenido en "Cartas". Se habla de un mismo referente-objeto que ahora está libre pero que antes estuvo prisionero.
El tejido del poema se transforma en un campo de indeterminación marcado por la ambigüedad permanente. Las personas verbales desplazan su contenido y los enunciados pueden adjudicarse, de manera indistinta, a dos sujetos:
a) el sujeto, observador y testigo del objeto que se representa.
b) el objeto mismo que se auto-representa.
Según el punto de mira que el lector asuma para la decodificación entenderá que habla uno u otro. En este sentido los epígrafes presentes en "De ella se decía" reiteran la ambigüedad de los de "Cartas de Andrea de Azcuénaga".

no se deja callar, no la dejo callar,

pliegue a pliegue, todos los soles
han caído a lo largo de su cuerpo

Si los interpretamos como emitidos por un observador, los entendemos como una solicitud al lector: debe atenderse al estatuto de veracidad para entender el mensaje como testimonio de una historia próxima. Si pensamos, en cambio, que el poema es enunciado por el referente-enigma, se patentiza el rol de simulacro del sujeto observador.
En el primer caso, el sujeto se presenta como constructor de un mensaje que busca desentrañar y purificar los sentidos de una verdad escondida.
Mediante la posesión de la palabra tiene intención de devolver al referente, una imagen más pura de sí mismo y lo constituirá en su interlocutor predilecto.
En el segundo caso, el sujeto lírico es sólo un instrumento del lenguaje y espera se hablado por la cultura de la que es producto.
¿Quién es el agente del proceso escriturario? ¿el sujeto individual o la memoria cultural colectiva que lo utiliza como transmisor e intérprete?
Finamente Juan González postula que la escritura es el sujeto de la enunciación. Ella busca limpiar la palabra poética para que cuente una historia silenciada por el poder y para que pongan en funcionamiento la memoria de una comunidad desarticulada por la disociación. Desde esta perspectiva, el sujeto se visualiza como un espacio, como un filtro atravesado por la voz de la cultura. La escritura viene a buscarlo porque es el lugar desde donde ella puede hacerse oír y porque es 'el otro lugar' desde donde se puede contemplar la historia.

alguien me dicta la palabra
casa o árbol
y me convierto en las
voces que me rodean
y separo la tierra de las aguas
o abro las semillas
y las arrojo de mi bolso
estoy aquí para servir la mesa
cenemos juntos
escuchemos a miles davis
o las voces de los beatles

Hemos analizado hasta aquí algunas estrategias discursivas a través de las cuales Juan González organiza su poética de vasos comunicantes. En ella el sujeto se manifiesta como un espacio en permanente corrimiento y este modo de concebirlo, posibilita la comunicación de un referente inacabado y escurridizo.
Un sujeto móvil circula por el mismo lenguaje que lo refracta y que, al descentrar las imágenes que construye, descentra también una verdad extra-textual, institucionalizada como única desde el poder.
La poética de Juan González propone, desde el espacio utópico de la textualidad, otra verdad alternativa en constante pugna con la primera. Arma un sujeto simulacro, una construcción simbólica para que afloren a la superficie textual hechos históricos significativos que permanecen ocultos en la memoria social de la comunidad y cuyo contenido debe ser rescatado para que no perdamos nuestra identidad y nuestra conciencia. Esta poética nos invita, desde la seducción de su lenguaje en permanente fuga, a reconocernos y a aceptarnos como frutos de una cultura disociada.

"El poder del signo disociado en la poética de Juan González"
Rita Indiana Jorrat - Tesis Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Tucumán, año 2005.

domingo, 7 de junio de 2009

De Ella se decía 13, 14, 15





Pasó por el fondo de la casa
y llevaba una falda roja
su rostro era alegre
muy parecido a las hojas
tiernas de algunas plantas
que dan flores en esa
estación del año

de ella se decía que siempre
estaba en las nubes
que no sabía enhebrar
ni siquiera una aguja
pero sus dedos eran ágiles y
su cuerpo exhalaba
un perfume que impregnaba
las huellas de sus pies

no sabía leer
pero escribía en el cielo
historias que sólo ella
entendía y contaba
por las calles en los oídos
de las esquinas y
su voz se deslizaba
por las acequias llenas de moras

Desde la cubierta ella barre
el mar con sus binoculares
y cruza la lengua del ecuador
donde es dueña del rayo
o de los sonidos que brotan
de las aguas

y abre una sombrilla en las
tormentas de alta mar
donde brama y llena su boca
de moluscos o redes que engulle
con pedazos
de pájaros aleutianos
que todavía aletean
en la jaula de sus dientes
que brillan cuando levanta
su mentón mojado de sal

o viento que empuja los restos
de sus jarcias que huelen a brea
o a caballos que relinchan
entre las arboledas
que dejó en el puerto
en medio de sirenas o ruidos
que siguen sonando en su memoria

como si una luz viajara
por las cuencas de sus ojos
o en el polvo acumulado
junto a su frente.

En la lengua adámica escribo
eso decía en una carta
enviada
desde el nilo
en el siglo V a. de c.

ahora las constelaciones
y el espacio se mueven
en el lomo de las escrituras
o en la cabellera de berenice
que flamea entre leo y bootes
mudando los signos del zodiaco
o su carta astral iluminada
tantas veces por el sol
que amanece con los ojos abiertos
en los húmedos caminos del mar

o en el polvo de sus huesos
de la giganta de benarés
que escribía
himnos sagrados o números
en las alas de las mariposas
que desovaban en los libros
o en las túnicas raídas

tal vez por eso se decía
que unas señales
fueron devorando su boca
con el roce de la escritura.

martes, 14 de abril de 2009

De Ella se decía 12




Foto de Sofía Columela



Aparecen las señales en el cielo
no se duerme
escucha el sonido de una mano
que mana entre las sábanas
y se levanta gorriona
o se pierde en el espejo de la cómoda
donde guarda sus afeites afganos
en bolsitas de raso

por ahí anda su boca contando
la love story de yoko ono envuelta
por collares o corales de islas
que abrevan sus pezones
o el color asiático de sus ojos
que brillan
junto a su cuello de galatea
que dispara venablos por su boca

i'm losing you dear john dice
ondulando sus labios
así es digo ya lo dijo heráclito
´de un niño es el reino`
o de la mujer de los pájaros
que vive en el hueco de un árbol
riéndose a la luz de la luna.

De Ella se decía 10 y 11

Su boca se abre antes
que el sol incendie
los bordes de la
tierra que se curva
lejos de su iris
o de la luz
que irradia colores
en las fuentes
o en sus ojos
pulidos por el viento
de las islas
que crecen después
que la tormenta ha peinado
con furia el mar
y ha deshecho todos
los caminos ha roto
las ondas de las algas

tanto despojo visto
tantas murallas de agua
balanceándose
en visiones sucesivas
o restos de sueños

todo está aquí
rodeándola
cuando despierta o
cuando el movimiento
se anuncia
en las fogatas
de sus manos

que croan o mugen
de arribabajo
rompiendo sus cofres
o las puertas
de su paraíso
que abre los jardines.

11

Camina entre la niebla
con un bolso
atravesado en las espaldas
y va escuchando
el mensaje de las voces
que empiezan a rodearla

de dónde vienen y
en qué lengua hablan
cuando dicen su nombre
saldrán de su boca o dejarán
brotar todos los sonidos
que almacenan los idiomas
acaso escucha eso
o el diálogo de sus dedos
en los zapatos

camino sobre gemas grávidas
que me dejan atónita
alguien me dicta la palabra
casa o árbol
y me convierto e las
voces que me rodean
y separo la tierra de las aguas
o abro las semillas
y las arrojo de mi bolso
estoy aquí para servir la mesa
cenemos juntos
escuchemos a miles davis
o las voces de los beatles.

domingo, 5 de abril de 2009

De Ella se decía 8 y 9






"pliegue a pliegue, todos los soles han caído a lo largo de su cuerpo"



En la memoria de la mar océana
quedó grabada
la redondez terráquea del globo
que brilla en el cuarto
donde ahora está leyendo
o mirando la luz
que atraviesa el espacio o
la sábana cubierta de trigaza
donde anidan sus sueños o
las huellas que hechizan
la escritura de los libros
o asedian
la jungla de sus ojos
que bailan marineras por el sur

basta ya dice
no quiero que te asomes
a lo que despiertan mis ojos
porque tengo sueños
que se escuchan o jadean
en otros sitios
o en la música que tocan
los trovadores provenzales
en las gargantas del tibet.

Ella se mueve en el espacio
donde está
afuera hace otoño y
el viento barre
algunas luces del verano
demorado en las plumas
de los pájaros

ella dice
voy a mojarme los ojos y
hunde una mano
en el espejo que
ha dejado la tormenta
y en la mañana
lava su cuerpo
con el agua llovida
en sus laderas y
siente ganas de revolcarse
en la tierra mojada

ella es una ría
que arrastra peces
pepitas de oro o
flores amarillas que
respiran en sus piernas

ella se une al mar
y al planeta
que se despereza
y gruñe a sus espaldas
rompe sus límites y
es centella o centolla
que desova en la arena.

jueves, 12 de marzo de 2009

Viaje por la sangre






No vayas a dejar sola la casa.
Que siempre haya gente,
voces, risas, ojos desbordantes
y una sola puerta.
No te olvides de las plantas,
ni de los ojos de los cuadros,
ni del polvo de tus ojos.
Las cartas son abrazos, sendas escabrosas.
Padre, estás?
He parido cinco penas
todas juntas.
He querido dejarlas en tu puerta
para ver si te detienes. Estarás?
Por mi boca viene un río a verte y a escucharte.
No te ve, no te oye. Acaso tus labios estén
tras alguna puerta, bajo algún umbral
que no conoce.
Hoy te entierro sin ojos
y después del ciclón te escucho,
ya sin río.
No comprendo lo que dices
y reviso mis insignias, lo poco que queda
antes de irme.
Ahora sí.
Te escucho claramente,
dislocando las órdenes de mi memoria,
arremetiendo con el glosario
de lo que no conozco y añoro.
Padre, vendrás?
Aquí te espero
de pie junto a mis anclas.

Poema de Daniel González dedicado a su padre.

jueves, 26 de febrero de 2009

De ella se decía 7






Ahí está en la cabaña deshecha
y rehecha
donde los hongos
crecen durante la noche


su pecho sube y baja
cojea en el borde izquierdo
de la hoja y
dice mentiras a la mañana
cuando sacude las migas
de su cama y
habla en voz baja para escucharse
o para oír como se hace
la trama de la granada que
mira madurar desde la ventana


ella escucha las noticias
y desentraña los rumores
ve las crestas de plumas
que aparecen en sus sueño
o rastros de caracoles
que improvisan mensajes
o vahos que se
desvanecen en el aire frío


tiene los ojos pálidos y
talla imágenes en trozos de
madera que corta de los árboles
o enciende el fuego y exhala
su aliento que se convierte en humo
entonces finge encontrarse mal
y solloza


pero los chillidos de los pájaros
la sacan de ese estado y
empieza a pelar lentamente
una naranja formando espirales
con las cáscaras que se enroscan
en sus brazos


el sol cruza el espacio.

martes, 27 de enero de 2009

"El Bosque de la Memoria " Tucumán.





En el año 1996 la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos en colaboración con las Madres de Plaza de Mayo crearon una reforestación en el Parque de San Javier de Tucumán que denominaron "EL Bosque de la Memoria", ideado como un lugar de homenaje a las personas secuestradas y desaparecidas durante la dictadura militar. En el se utilizaron especies de árboles autóctonas como, alisos, lapachos, tarcos.
El árbol que aparece en primer plano de esta imagen, fue plantado por el poeta Juan González en homenaje a su hijo desparecido Hernán González.

jueves, 15 de enero de 2009

De ella se decía 6



"Autorretrato grotesco" Aguafuerte de Nieves Viadero



Estuvo también en el infierno
de ahí le quedaron
algunas lenguas que todavía
iluminan su cerebro
y hacen crac
cuando mueve los brazos

de su cintura sale un calor
que ni las llamas
¿qué será ese calor
con olor a melaza?

arre arre dice y tira de la
soga de su cuero
ella sabe que la soga es
su piel tan sonido
de campana que sale de sus
orejas cuando tenía siete años
¿eran siete los años de su campa?
ahí está la rueda que
chirriaba por la presión del
alambre sobre la rueda
que la lleva despacio o
a gran velocidad por la campa

ella no puede dejar de crecer
ni de mirar su cuerpo
que era una vara de mimbre
agitada por el viento o por los
adolescentes que la devoraban
como una fresa

el hambre de los otros la asediaba
y quedó fascinada
cuando vio por primera vez
una palabra escrita por su dedo
y no dejó de crecer
tampoco su dedo
aunque a veces tropezaba
con la escritura de las piedras
o con las cuernas del país
sumergido en el atlántico

ella fue mediterránea
costera en el centro
con peces en la boca o
relámpagos que iluminaban su casa
de madera o
la mesa donde escribía sus sueños.

sábado, 10 de enero de 2009

De ella se decía 5



Foto de Juan Carlos Gargiulo




Abrió una gran ventana
y juntó a todo el mundo
en la terraza lunada
de jaipur
donde jugaban al ajedrez
los sultanes mogoles
con esclavos vestidos
de piezas blancas y negras
que se movían en el inmenso
tablero del patio de mármol

desde uno de los balcones
ella indicaba un movimiento
y desde otro un adversario
envuelto en la sombra
le respondía

a veces se siente
como debió sentirse la mesa
de disecciones de lautréamont
el día en que se dio cuenta
de que encima de ella
había un paraguas
y una máquina de coser

debe tener algo de pararrayos
pero en vez de rayos
detiene combinaciones insólitas
figuras no euclidianas
donde su propia vida
se mezcla con sueños ajenos
noticias que llegan de australia

o cartas equivocadas
que abre inocentemente
para descubrir después
que una muchacha llamada lucy
le confiesa a su madre en panamá
que un tal ernesto no murió
de un a. c. v.
sino que ella le había echado
veneno en la sopa de pescado.