jueves, 12 de marzo de 2009

Viaje por la sangre






No vayas a dejar sola la casa.
Que siempre haya gente,
voces, risas, ojos desbordantes
y una sola puerta.
No te olvides de las plantas,
ni de los ojos de los cuadros,
ni del polvo de tus ojos.
Las cartas son abrazos, sendas escabrosas.
Padre, estás?
He parido cinco penas
todas juntas.
He querido dejarlas en tu puerta
para ver si te detienes. Estarás?
Por mi boca viene un río a verte y a escucharte.
No te ve, no te oye. Acaso tus labios estén
tras alguna puerta, bajo algún umbral
que no conoce.
Hoy te entierro sin ojos
y después del ciclón te escucho,
ya sin río.
No comprendo lo que dices
y reviso mis insignias, lo poco que queda
antes de irme.
Ahora sí.
Te escucho claramente,
dislocando las órdenes de mi memoria,
arremetiendo con el glosario
de lo que no conozco y añoro.
Padre, vendrás?
Aquí te espero
de pie junto a mis anclas.

Poema de Daniel González dedicado a su padre.

1 comentario:

Jorge dijo...

Un jardín conocido, con historias e Historia. Y allí energías que exceden los marcos de una silla de jardín.
Y desde este otro extremo del mundo te envío un fuerte, gran abrazo querido amigo. Miko.-